jueves, 18 de octubre de 2007

La torre de Babel


Dur Kurigalzu

La evolución también ha alcanzado la comunicación humana. El acto de comunicarse, cada día resulta más fácil gracias a los avances técnicos, sin embargo, el proceso de comunicarse cada día resulta más complejo, por un problema básico del lenguaje, que solo permite transferir conocimientos, pero tiene enormes dificultades para transmitir las emociones.

Hoy, está suficientemente aclarado que la biología no define lo esencial de nuestra especie; desde que Darwin erradicó la mano de Dios de la evolución humana, nos hemos hecho cada día más dueños de nuestra existencia, aunque no seamos demasiado responsables con muchas de las pautas por las que discurren nuestras vidas.

Somos seres culturales, que disponemos de la capacidad de comunicarnos, lo que posiblemente ha contribuido más que ninguna otra cualidad humana a la transformación del mundo que habitamos. El mundo que vemos es la construcción última de otros muchos en ruinas.

Foucault, entre otros autores reconocidos, explicó la futilidad de las convenciones lingüísticas para comprender o explicar las cosas de la vida y el mundo. Mac Luhan nos dijo que el medio era el mensaje en esta aldea global. Chomsky descubrió los conceptos de la gramática generativa y se ocupa desde hace años en desentrañar la usurpación del lenguaje por la propaganda.

El lenguaje es relativo a la cultura, eso se conoce bien desde la antropología. ¿Cómo explicarle a un bantú que habita en una aldea africana los problemas de tráfico que hay en Madrid?. Tendremos las mismas dificultades que él se encontrará si se propone explicarnos por qué sus rituales espantan a los demonios.

El lenguaje es pura convención, aunque estamos convencidos de su utilidad. Pero es insuficiente como mecanismo de comunicación, esto no impide que mantenga su hegemonía a la hora de transferir conceptos y contenidos, sensibles o racionales.

Tal vez sea necesario evolucionar en la comunicación, incorporando nuevos canales de transmisión y otras formas de almacenar los items.

Los jóvenes, a los que siempre debemos estar atentos, se están cargando el lenguaje en sus conversaciones de MSN, en los mensajes telefónicos, en los chats; parece que la estructura gramatical sólo permanece en el habla y no de forma precisa, aunque tambien se establezcan nuevas jergas, que los adultos entendemos con dificultad.

Esta forma de actuar es un MENSAJE en sí mismo (un metamensaje, tal vez), quiere decirnos que lo importante es comunicarse, aunque sea cargándose la gramática, la ortografía o el idioma al completo. En cierta manera es una deconstrucción, y al mismo tiempo una señal de identidad. ¿Se habla como se piensa o se piensa como se habla, o ninguna de las anteriores?. Posiblemente todo se relativice a las circunstancias.

Pero los cambios del lenguaje suponen una vuelta de tuerca a la espita que promoverá la explosión controlada de los valores sobre los que se ha asentado la evolución cultural de nuestra especie, tal y como la conocemos.

Pero este DES-HACER, tiene algo de REGRESION al mismo tiempo, de expresión animal del grito gutural primigenio ante la asfixia tecno-económica y organizativa en que se ha convertido la existencia de los ciudadanos del mundo occidental.

En Francia se han producido no hace mucho gestos de destrucción gestionados por jóvenes inmigrantes que reclaman espacios nuevos y se dedican a incendiar automóviles, uno de los símbolos fundamentales de la civilización occidental. (siendo el automóvil a nuestra civilización, como las torres gemelas a los Estados Unidos, que también fueron incendiadas, como los trenes de Atocha).

El fuego catártico y purificador, que tanto le agradaba estudiar a Bachelard, es una vez más el instrumento elegido para destruir lo que existe, para cambiar el espacio en el tiempo. Cabe preguntarse si este movimiento pulsional alcanzará el rango de revolución.

Sin embargo, tal vez estemos mucho más sometidos de lo que creemos a una dictadura de las palabras, del lenguaje, que ha desplazado en su expansión a otras formas de comunicación más primitivas, pero no por ello innecesarias.

Los jóvenes parecen saber, tal vez nosotros se lo hayamos enseñado, que la comunicación es más importante por los contenidos que transfiere, que por las formas establecidas y asumidas de transmitirlos.

Se vive un nuevo romanticismo, y como todos los romanticismos son antirepresivos y regresivos, quizás un poco depresivos y melancólicos, pero marcan y definen el punto de nuevos avances que vendrán posteriormente. Son pasos atrás para tomar nuevo impulso, recreos que se toma la especie para contemplarse a sí misma.

Los grandes alpinistas saben que ESCALAR no es sólo ascender, el ascenso a la cima sólo es el resultado final, se asciende como adición de otras muchas acciones, entre las que saber descender o quedarse quieto también es importante.

Los buenos montañeros, como los grandes viajeros, conocen que el plácer no está en alcanzar el destino previsto, sino en disfrutar del recorrido que nos conduce hasta él. La vida es un viaje maravilloso, y la comunicación, un pasaje hacia el destierro de la soledad y la ignorancia.

La evolución de nuestra especie, el progreso de la cultura, el desarrollo de un mundo nuevo, pasa indudablemente por la destrucción de la hegemonía del lenguaje como forma de comunicación (que no por la destrucción del lenguaje, no se malentienda). El camino hacia el mañana pasa por la construcción de la torre de Babel (o de Google, como ustedes prefieran).

El futuro no necesita superhombres ensalzados por Spengler o idealizados por Nietzsche, necesita hombres y mujeres superándose cada día, saliendo de sus complejos, desprendiéndose del lastre de sus miedos y vergüenzas.

El mañana comienza ahora, enterrando los silencios del lenguaje, que son todas aquellas cosas que no pueden expresarse con palabras, y que guían nuestras vidas, posiblemente mucho más que la gramática. La comunicación ha iniciado un proceso de regreso al estructuralismo, al fin y al cabo, comunicarse es una función de relacionarse.

En otra ocasión lo dije, a pesar de los esfuerzos de los poetas, los sentimientos que se expresan con palabras están muertos. Las palabras, son los sarcófagos de las emociones.

Erasmo de Salinas

1 comentario:

Gerard dijo...

Si la mente pudiera acotar una idea en un simple y preciso conjunto de palabras podría tal vez intentar entenderse de la misma forma. Pienso sin embargo que las ideas no tienen límites exactos ¿Somos conscientes de lo que expresamos? No creo que se pueda decir. Lo intentamos, luchamos, nos desvivimos por la comunicación consciente aunque tal vez el resultado sea otro.

Según intento expresar esto mismo, una pasión o describo una vivencia; se me escaparán detalles. O tal vez seleccionaré inconscientemente los más adecuados. Crear una idea, envolverla en palabras no es una ciencia exacta y casi nunca puede serlo. Sin embargo, el individuo afortunado que recoja un bello poema tendrá en sus manos una lanzadera para su verdadera poesía.

Lo que quiero decir es que cualquier individuo puede enriquecer el lenguaje con una interpretación absolutamente libre. Esta interpretación no es un invento mío, es algo necesario.

Mientras que el lenguaje exacto es posible a ciertas escalas, las emociones son susceptibles de interpretaciones infinitamente abiertas. Las emociones no pueden ser halladas muertas en las palabras, ya que el mismo lector tendrá que encontrar la vida en cada una.

¿Es comunicación esto? Parece que lo que unos dicen no es lo que entienden otros. Pude no ser comunicación exacta, pero tampoco lo son las emociones. Algo debe ser ya que seguimos sintiendo vengan estos sentimientos de uno, de otro o de ninguno.